El amor y el odio a veces se
parecen tanto, por ejemplo cuando amas inviertes tiempo pensando en la persona
objeto del amar. Cuando odias pierdes tú tiempo
pensando en la persona objeto del
odio.
También se me ocurre; en las
veces que, sin saberlo, nos ponemos
dicotómicos presos en el sentimiento: te odio porque te amo.
En muchas oportunidades escuché
en el pasado remoto: del odio nace el amor.
Me inquieta pensar en quienes
odian por lo que no pudo ser: Te odio por que no quisiste ser mi@.
En
lo personal jamás tuve un mal deseo para quien no quiso seguir conmigo, probablemente
es una egoísta razón,
saber que quien está conmigo recibe una rosa con su desayuno en la cama. Comentar una tediosa y predecible
telenovela como si fuera un clásico de la literatura universal. Estar siempre allí cuando necesitan un abrazo
tuyo o tus oídos para escuchar, o contar con mis celos (aunque no lo soy) para
que se vuelva a sentir quinceañera. Cantarle una canción, con mi ridícula voz, sólo por la intención de
una serenata. Cuando pienso en esas cosas tomo
para mi lo que dijo el Filósofo: “Mucha gente te amará
por lo que eres, y otros te odiarán por la misma razón”