Es un hecho cierto que ellas tienen más dolencias habituales. Estadísticamente, se enferman más que los hombres. Considerando esto me fui a preguntar un poco a muchos caballeros, y en todos los casos respondieron que ellas se quejan y bastante. La diferencia está en que...
La
primera vez que vi esa luna inmensa fue en la llanura venezolana, en Guanare. Una
enorme luna, grandota frente a mis ojos, allá en la lejanía del horizonte
llanero.
Es
probablemente la ilusión óptica más antigua de la que se tenga registros. Nuestro satélite natural parece más grande cuando está en el horizonte porque, instintivamente, lo comparamos con todas esas cosas de
tamaños conocidos, generalmente árboles o casas, que se encuentran entre
nosotros y la luna en el mismo campo visual. Este fenómeno se conoce con el nombre de ilusión lunar.
Creo
que lo anterior guarda mucha relación con algo que Fabiola, mi esposa; había
estado hablando pocos días atrás, con sus amigas Carelén y Egleé. Y es en relación con esa sentencia que siempre viene en tono burlesco de que los hombres,
cuando están enfermos, “se quejan mucho”.
Eso
se acerca más a un mito que las féminas dicen, y disfrutan cuando dicen, y no tanto por lo que dicen, sino como lo dicen, aquello de que: “Los hombres, cuando se enferman,
se quejan muuuuucho”.
Ya
había escuchado el rumor, pero confieso que no le había prestado mucha atención.
Es un hecho cierto que ellas tienen más
dolencias habituales. Estadísticamente, se enferman más que los hombres. Considerando esto me fui a preguntar un poco a muchos caballeros, y en
todos los casos respondieron que ellas se quejan y bastante. La diferencia está en que los hombres, pocas
veces, nos “quejamos” de sus quejas. No
obstante, por alguna extraña razón, cuando un hombre se enferma, que en promedio es cada tres años y le
duele la cabeza o la espalda o tiene fiebre, etcétera; si se lo
menciona a su esposa, hay muchas posibilidades de que piense: “los hombres si
se quejan cuando se enferman. Exageran”.
Y
hasta hay quienes se ríen burlonamente cuando el pobre hombre, angustiado, genuinamente
dice: “Me duele aquí”.
Una
variante, interesante, es el de las damas que se molestan cuando descubren que su esposo tiene alguna dolencia que no
ha sido oficialmente informada ¿¿??
Cuando
un hombre dice: “Me siento mal, realmente me siento mal”; que de acuerdo con
algunas féminas lo repetimos cada vez
que se asoman al cuarto o pasan cerca de la habitación, es
sencillamente una manera de reafirmarles que es cierto; no es broma... me siento mal.
La
traducción más fiel en idioma masculino de “Me siento mal. Realmente me siento
mal” sería:
“¡Créeme! Aunque quiero hacerlo, hoy no podré lavar
los platos, ni sacar la basura, ni llevar los niños al colegio, ni hacer la
cena. Realmente, ¡créeme!, aunque quiero hacerlo, hoy no podré
lavar los platos, ni sacar la basura, ni llevar los niños al colegio, ni hacer
la cena".
De
la misma forma que la luna –en la Ilusión lunar- pareciera más grande por el
hecho de que se compara con respecto a otros objetos conocidos, de igual manera
los hombres pareciera que se quejan “mucho” cuando están enfermos, porque los comparan con lo conocido, es
decir: cuando no tienen ninguna dolencia.
Por cierto, la luna, bien sea en el
horizonte o en su cenit, tiene exactamente el mismo tamaño.
Nos vemos en el futuro y aquí.
Ramón "lunático" Edelyv